¿Es un pájaro? ¿Es una trompeta? ¡No! ¡Es Aka-chan arrodillándose ante nuestros lectores y pidiendo perdón por su desaparición inexplicable!
He resurgido de las tinieblas para hablar de otro personaje histórico homosexual; Oscar Wilde. En mi opinión, nos encontramos frente a un hombre de lo más valiente y orgulloso,o simplemente insensato, ya que el poeta, dramaturgo, novelista, crítico literario o ensayista, como prefiramos llamarlo, se declaró abiertamente homosexual aun en la época en la que le tocó vivir.
No debemos olvidar que Wilde vivió en la época victoriana, un tiempo en el que la religión, la más estricta "pureza" y el seguir las normas sociales no escritas eran el pan de cada día y, por supuesto, como le pasó al escritor, quien incumplía alguno de estos requisitos era duramente juzgado.
Tenemos que tener en cuenta que a pesar de que la homosexualidad, como siempre decimos, ha sido tan normal como la heterosexualidad desde los comienzos de la historia, los homosexuales han sido duramente perseguidos en muchos de sus periodos. La hipocresía y la ignorancia hicieron que en esta época (y en muchas otras) se clasificase esta orientación sexual como vicio, perversión, enfermedad contagiosa e incluso delito social, como es el caso de la religión católica hasta hace bien poco (Ahora se sigue dando esta intolerancia, pero al parecer las cosas están empezando a cambiar con la llegada del nuevo Papa. Yo me muestro bastante escéptica respecto a este tema, así que prefiero callar y ver lo que ocurre en vez de predecir el futuro o dar por sentado una igualdad que, claramente, hoy en día no existe)
El caso de Oscar Wilde no fue aislado. La literatura cuenta con una larga lista de autores con esta orientación sexual, pero es a partir del s.XIX cuando encontramos una especie de "resurgir" en los autores homosexuales, que optaban mayoritariamente por dos vías de conducta dada su situación social; casarse y guardar las apariencias o manifestarse públicamente y escandalizar a su sociedad.
Pues, en el caso de Oscar Wilde, se dieron ambos casos. Él estaba casado y tenía dos hijos, aunque a pesar de esto el poeta no fue disimulado con su orientación sexual. Además de por sus grandes obras, era conocido en el mundo londinense por gastarse grandes sumas de dinero para complacer a sus amantes masculinos nocturnos, la mayor parte de estos prostitutos. Se ha de decir también que por el día Wilde era más recatado, no se veía con tantos hombres ni llamaba tanto la atención (pero claro, las lenguas hablan y los rumores corren rápido). Y, por extraño que parezca, fue en una de sus aventuras diurnas en la que le acusaron públicamente de homosexual y le llevaron a juicio.
En 1891 Oscar Wilde conoció a un estudiante de Oxford llamado Alfred Douglas. Como en las peliculas del más puro estilo romántico, rozando lo meloso, las biografías cuentan que fue un amor mutuo a primera vista. Obviemente, un elocuente escritor de éxito y un estudiante, nada más ni nada menos que de Oxford, tenían la suficiente cabeza como para mantener su romance en el más absoluto de los secretos. Esto llegó al punto en el que Wilde decidió llevar a Douglas a su casa y presentárselo a su esposa para evitar futuras sospechas.
Alfred Douglas era hijo del Marqués de Queensberry (como curiosidad, a este hombre le debemos la creación de las reglas modernas del boxeo), un señor ateo al que no le gustaba nada que le llevasen la contraria, aficionado y promotor de peleas. No pasó mucho tiempo hasta que comenzó a sospechar de que tanto afecto entre un señor mayor y un jovenzuelo no era de lo más común. Llegó hasta el punto de enfrentarse a su hijo delante del propio poeta, advirtiéndoles que no permitiría una relación entre ambos y mucho menos que Wilde "descarrilase a Alfred por la homosexualidad".
Como os podéis imaginar, en un amor tan profundo y fogoso los padres enfadados pueden intervenir poco. Viendo que su amenaza no había surgido efecto, el Marqués de Queensberry mandó investigar a Oscar Wilde. Un día, el Marqués se plantó en Albemarle Club, un local londinense al que solía asistir el autor, y le dejó una nota al portero en una de sus tarjetas personales, que decía "A Oscar Wilde, que alardea de sodomita". El portero, que antes la había leído, aseguró a Wilde que nadie más conocía de su existencia. Aquí nos encontramos con el momento más crítico en la vida de nuestro personaje. Él pudo haber dejado pasar aquél inconveniente, pero su orgullo pudo con él y decidió querellarse contra el Marqués por injuriarlo como sodomita. Esto fue poco inteligente por su parte y lo que parece un acto efímero, resultó ser el que provocó el inicio de su decadencia.
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Periódico The Illustrated Police News. Oscar Wilde y su amante Alfred Douglas |
Como ya os había explicado, Oscar Wilde por la noche se soltaba la melena a lo grande y las personas que podían testificar a favor de la inocencia del Marqués salían hasta de debajo de las piedras. Consideraron tras un breve proceso que Wilde sí había alardeado sobre su orientación sexual y declararon al Marqués no culpable, teniendo como consecuencia la detención de Wilde sin fianza y el embargo de sus bienes. El 26 de abril de 1895 se inició el primer juicio contra Wilde por pervertir a la juventud londinense y contra Alfred Taylor (un proxeneta) por proporcionarle juventud que pervertir. Su respuesta a esa acusación fue "Homosexual, y qué", reconociendo así su orientación sexual públicamente y siendo condenado por ello, el 27 de mayo de ese mismo año, a dos años de trabajos forzados, tiempo por el cuál sus acreedores vendieron todas sus pertenencias, dejándolo en la miseria.
Al parecer, durante este tiempo Oscar Wilde tuvo una actitud que dificultó el proceso de su liberación, apático y ofendido. Su máxima preocupación era defender a Alfred Douglas, el amor de su vida que, al parecer, no estaba tan enamorado de Wilde como Wilde de él, ya que solo salía con el escritor para hacer rabiar a su padre (como buen adolescente) y cuando vio que aquél tema se había salido de lo que él tenía previsto, abandonó a su amante para huir a París por temor a la persecución, dejándolo solo.
Cuando el escándalo estalló y Oscar Wilde entró en prisión, su esposa cambió su nombre y el de sus hijos y se los llevó a Holanda, para vivir una vida tranquila sin ser relacionados con lo ocurrido, y le obligó a renunciar a sus derechos como padre, así como se negó, después de que hubiese sido liberado, a darle apoyo económico si lo veían con hombres o en compañía de Alfred Douglas (cosa que, como comprenderéis, no volvió a ocurrir)
Y así es como, Oscar Wilde, un autor de prestigio y el alma de la fiesta, murió tres años después siendo un indigente y bajo el nombre de Sebastian Melmoth.
Una vida llena de lujos y desparpajos para acabar con un miserable final, al parecer, este autor decidió seguir los pasos de su propio personaje (Dorian Grey), sin darse cuenta de que, al igual que en su única novela, el protagonista acaba destrozado por su codicia y por su orgullo.